Hoy quiero escribir de una parte importante de mi pueblo La
plaza por la cual pasaron nuestros antepasados, pasamos todos los que
actualmente habitamos en este nuestro pueblo, recibe a todos los que nos
visitan y a todos los que un día tuvieron que partir y siempre que pueden
regresan y ahí seguirá firme para
recibir a futuras generaciones, seguramente seguirá cambiando pero siempre
habrá alguien para recordar la Plaza de su momento y eso es lo que yo voy hacer
ahora recordar la plaza de los sesenta la Plaza de mi niñez.
En esta nuestra plaza que hoy quiero recordar jugué cientos
de veces a la taba, la comba, balón prisionero, al rescate, a la goma, al
triángulo con las canicas, al chocolate ingles, a la gallinita ciega, la
zapatilla por detrás, al corro, los enemigos y muchos más.
También en esta nuestra plaza lo he pasado genial con mis
amigas, hemos discutido, hemos reído, llorado, nos hemos contado los secretos
ese chico que te gustaba y no te hacia ni caso o viceversa, e pasado Carnavales, navidades, ferias y veranos muy
buenos
Son tantas las cosas de nuestra plaza que alguna se me
quedara en el tintero. Para empezar diré que estaba partida en dos por la calle
Cervantes por esta calle acedías a la puerta principal de la iglesia frente a
ella el bar de Santi ,la droguería de Inocente, la juguetería que solo se abría
el mes de diciembre, la tienda de chuches de Antonio (suegro de Santi), la
barbería de Pírrica que sigue en el mismo sitio, la pastelería de la tía
Enriqueta correos que tantas veces visite regentado por el tío Blas siempre
con su cartearon cargado de esas tan esperadas cartas de familiares, frente a
la espalda de la iglesia el hostal de las hermanas Gómez, la otra puerta
principal de la iglesia situada en la calle Daoiz frente a ella el escaparate del tío Marús y la otra espalda de nuestra
iglesia divisando nuestra plaza, vigilante eterna de todo lo que allí acontece
por siglos.
Dibujando el marco de la plaza de mi niñez estaba la tienda
del tío Marús allí encontrabas todo comestibles, ropa de vestir y para el hogar,
menaje de cocina, herramientas, mercería, calzado, droguería, materiales
escolares bueno todo distribuido en tres secciones gran profesional el tío
Marús y sus empleados. Seguimos con la relojería de Felipin que además de ser
el relojero era el sacristán, encargado de tocar las campanas ya fuesen
alegrías o tristezas. Cruzamos la calle Severo Ochoa y ahí nos encontramos con
la tienda de la tía Leonor con esas buenísimas chufas, pipas, kicos o garbanzos
tostados, Gaspar el zapatero que nos reparaba esos zapatos con medias suelas y
taloneras y las carteras del cole la farmacia como la hemos conocido siempre la
farmacia de la plaza.
Cruzamos la calle del Santo rodeamos la calle del Toledillo
sin olvidarme del estanco de la tía María que tantas veces fui a comprar esos
ideales para mi abuelo y alguna vez puede que para mi padre pero eso lo
recuerdo menos y nos situamos en la calle principal la calle de la Plaza España
con la peluquería de Paca su hermana de Romo, la bascula con su garita y el tío
Julián al mando de ella gran persona. La
tiendecita de la tía Leandra y su hija Felipa grandes recuerdos me trae esa
pequeña tiendecita en donde yo empecé comprando esos recortables de muñecas y
cuentos de príncipes y princesas que no podías elegir era tu suerte ya que
venían en un sobre cerrado luego nos juntábamos las chicas del barrio y nos
cambiábamos los repes como si fuesen cromos allí compre mis tebeos Mortadelo y
Filemón, pulgarcito etc. leí los de mi hermano del Jabato y El capitán Trueno y bastantes novelas de Corín Tellado a pesar
de no haber comprado ninguna sí que me
leía las de mi prima Upé y su hermana Angelita allí también comprabamos nuestras chuches.
Luego algo después vino el bar España( el Chato ) y
terminamos en la esquina de la carnicería del tío Sebastián yo la recuerdo sin
cámaras con las carnes colgadas de ganchos y encima de un mostrador. Nos
cruzamos a la plaza y estamos en la
famosa esquina del teléfono llamada así precisamente por estar la centralita yo
la recuerdo con la tía Amparo al mando allí se recibían o hacían las llamadas,
pero era un lujo poder llamar, alguna vez recuerdo hablar con mi padre también se recibían telegramas que pocas
veces traían buenas noticias, y ahí mismo en la esquina la sastrería del tío
Germán el me hizo mis primeros pantalones.
Estamos en la plaza que como ya dije al principio estaba
partida en dos en esta primera teníamos los sabores, olores, fantasia, ilusión, besos y abrazos. Besos y abrazos que corríamos a dar a nuestros abuelos que
estando en la esquina o tu madre que pasaba por allí o una tía
te daban una peseta o algo mas con lo que podías saborear esos buenos
chicles bazoca, pastillas de burro, regaliz etc que podíamos comprar en el
quiosco de Paco el ciego o en el de la tía Enoralia los ricos polos de la
caseta de Mari hechos por la familia en su casa esos coyotes de la tía
Primitiva y su hijo Guillermo nunca volveremos a comer un helado tan bueno y
natural, olores a todo esto y sobre todo a esas castañas de temporada que nos
tostaban allí mismo en la calle, fantasía y ilusión venían de la mano de esas
carteleras que teníamos todos los sábados y domingos para el cine el del tío
Víctor y el tío Morros y aquí en esta
misma plaza el bar del tío Romo donde nuestros padres tomaban su café o su
cañita.
Cruzamos la calle divisora de estas dos plazas y nos
situamos en la mayor de ellas allí tenemos el quiosco de la música con esos
conciertos dominicales que atraían a tantas personas esos pasodobles que les
alegraba el final de una semana llena de trabajo, la fuente situada más o menos
donde está el arriero esa fuente que llenaba las tinajas y los cantaros de nuestras
casas y como calmaba nuestra sed en las
calurosas tardes de verano bebiendo agua a chorro o a chupetón del grifo.
La estatua del corazón de Jesús contorneada de su pequeño jardín,
pareciese que con sus brazos en alto acogiese a todos los que por allí
pasábamos, esta plaza la recuerdo llena de matrimonios paseando, novios,
amigos, y amigas, niños y niñas llena hasta no caber mas por eso nos contaban
nuestros mayores de entonces que se le apodo roce porque al pasear se rozaban
unos con otros.
Porque en esta plaza jugué cientos de veces, me caí, reí,
llore, la cruce en brazos para bautizarme, corrí vestida de comunión, la
anduve miles de veces para hacer los recados a mi madre, la cruce vestida de novia,
han jugado mis hijos, porque el punto de encuentro en caso de perderlos de
vista en un momento era el borrico a pesar que no fue necesario nunca yo como madre
pesada que dicen ellos que soy les diría cientos de veces si en un momento no
veis a papá o mamá no lloréis derechos al borrico que allí estamos.
Porque a día de hoy me encanta bajar a la plaza ver los
niños correr niños que algún día recordaran esta su plaza, tomarme una cervecita fresquita, un buen café
o simplemente pasear pelando unas pipas eso si en buena compañía y encontrarme
con familiares, amigos o simplemente
conocidos estas pequeñas cosas son las que dan vida a esta nuestra PLAZA.
Este es mi pequeño
recuerdo a esta gran plaza que yo no sé si tendrá más sinónimos de los que yo
conozco su nombre PLAZA ESPAÑA
Pero además la llamamos simplemente plaza, cariñosamente
roce o como siempre oí decir a mi padre me bajo al pozo palacio.
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